Activismo y contracultura

Alquileres destructores de ciudades

Leo que el 43% de los barceloneses pagan más alquiler de lo que pueden asumir. El Observatorio Metropolitano de la Vivienda constata el aumento de la población que destina más del 40% de su renta a la vivienda. 

Eso supone que, poco menos de la mitad de los que viven en Barcelona, invierten una gran parte de lo que ganan a pagar por tener un techo. Eso explica que Barcelona haya perdido población local. Más de 100 vecinos dejan Ciutat Vella cada mes. La ciudad siempre ha sido un lugar de acogida y nadie tiene más derecho que nadie de vivir en ella, pero la perdida de vecinos “autóctonos” desdibuja las redes vecinales, rompe complicidades, destruye pequeñas estructuras de apoyo, amistad y vecindad. Es un fenómeno que se produce en otras ciudades con “atractivo turístico”. Aquí, además, se añade que tenemos unos de los diferenciales entre el sueldo medio y el precio del metro cuadrado, ya sea de alquiler y de venta, más desigual de Europa. Todas las previsiones apuntan a que la expulsión de vecinos de Barcelona va a seguir e incluso irá a más.

Pero además, invertir tanto dinero en un techo resta poder adquisitivo. Es decir, los habitantes de Barcelona, gastan menos en comprar cosas, desde comida a libros, de viajes a ropa, de entradas del teatro a pasta de dientes. La inversión en los llamados “bienes de consumo” lleva años en una linea descendente. Esa falta de consumo lo notan mayoritariamente los comercios de proximidad. Las grandes marcas centradas en el fast food o el fast fashion, compensan esas perdidas con el consumo turístico. Es en los barrios donde se nota más las dificultades de las tiendas para tirar adelante.
No es sino otro síntoma del cambio de modelo económico que vivimos, hemos pasado de una economía productiva a una especulativa. Sin salir del capitalismo, este, se ha vuelto aún más dañino, ya que no es capaz de generar una riqueza socializada, ni tan solo para que la maquinaria del consumo siga rodando.

Por lo tanto, luchar contra los alquileres abusivos, no solo es socialmente necesario sino que es económicamente deseable. De lo contrario, el tejido comercial e industrial local se resentirá enormemente. Si además tenemos en cuenta, que la masa laboral, que sufre los precios especulativos por tener un techo, es la misma que se nutre, mayoritariamente, de la industria i el comercio local, la tormenta perfecta está servida. Cualquier gobierno que diga que quiere mejorar la economía real, tendrá que regular sí o sí, los alquileres. No es intervencionismo comunista, es capitalismo productivo. En este contexto, el trabajo de colectivos como el Sindicat de llogaters de Barcelona, es muy importante. No solo nos jugamos la casa, nos jugamos la ciudad.

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