Activismo y contracultura

Cultura de recortes

Claret Serrahima, Oscar Guayabero (Avui 20 de marzo de 2011)

Mañana (por el 21 de marzo) se producirá un hecho insólito. El sector cultural de forma transversal se manifestará en contra de los recortes presupuestarios del actual gobierno.

Es evidente que vivimos un momento difícil y debemos ser solidarios con otros sectores que también están sufriendo, pero a la vez no nos podemos quedar mudos porque con nuestro silencio estaremos aceptando una situación muy grave. No tanto por la gente de la cultura, porque al fin nosotros podremos huir y justo nuestro patrimonio, nuestra creatividad, talento y capacidad de pensamiento los llevamos siempre encima. Es muy grave para el país, que sufrirá una auténtica desarticulación intelectual.

Desde hace mucho tiempo sabemos que la cultura es un sector estratégico, los políticos lo dicen cada vez que pueden. Sin embargo, cuando llegan mal dadas la cultura recibe el golpe más fuerte. Así como en otros sectores se está recortando un 10%, en cultura se habla de entre un 20 y un 30%. Y son cortes hechos antes de haber podido valorar la tarea que hace cada centro o institución. No se ha entrado en el detalle, no se han consensuado las medidas, no se han marcado líneas estratégicas. Se recorta y punto. Y no es tanto el dinero, que también, sino el ver que la decisión es claramente política, estructural y no una cuestión puramente coyuntural. Con los hechos demuestran que siguen creyendo que vivimos en una sociedad industrial, donde la cultura es para el recreo de "la fuerza del trabajo" y como mucho un producto de atracción turística. Hace más de dos décadas que estamos en una sociedad del conocimiento donde la cultura, la información y la investigación son la materia prima con la que trabaja la estructura productiva. Existe la sospecha de que una vez acabe la situación crítica, porque algún día, tarde o temprano, acabará, el gobierno no volverá a aumentar los presupuestos, pues "con lo que les damos ya van tirando".

Sin embargo, hay otro aspecto preocupante, y es la cadena de transmisión de las tijeras. Las grandes estructuras culturales están trasladando a quienes contrata o colabora de una forma indiscriminada recortes presupuestarios. Parece lógico pero no lo es. No podemos justamente imitar un comportamiento generalista y a "lo bruto" que ha hecho el gobierno. No es lo mismo recortar un 20% de una exposición bien dotada que recortar un 20% de una acción artística puntual hecha ya habitualmente bajo mínimos. No es lo mismo reducir programación que despedir personal. No es lo mismo reducir en el arte establecido que el arte emergente. Una exposición menos de Picasso es una lástima, una oportunidad menos de conocer un nuevo creador es un error que no nos podemos permitir. No es lo mismo recortar el presupuesto de un teatro público que el de una sala alternativa. Y no lo es porque la precariedad de estas iniciativas emergentes, de riesgo, muchas veces unipersonales, no pueden recortar más sin desaparecer. Y una vez desaparece uno de estos espacios, programa o iniciativa, recuperarlo es casi imposible.

Si en este país cerraran todos los museos un mes entero sería un descalabro, pero si cerraran todos los espacios alternativos de creación, producción y difusión de la cultura sería una catástrofe irreversible. A un director de centro le podemos exigir contención, a un artista becado le debemos exigir riesgo. Es obvio pero necesario decir que por debajo de un presidente de la Generalitat hay un Conseller y por debajo de un Conseller hay unos directores generales ... y por debajo de ellos unos directores de áreas y de centros y de secciones, etcétera. Todos son responsables de los resultados finales que estos recortes tengan. En algún punto hay que romper la cadena de los recortes indiscriminados, en algún punto debe haber criterio de selección. Y este no puede ser protegerse en valores seguros sino apostar por el riesgo. Justo ahora es cuando tenemos que arriesgar. Fijaos en los economistas, siempre hablan de valores seguros, y donde nos han llevado? Nosotros, desde la cultura, debemos ser motor de un cambio de paradigma, de sociedad, de modelo. Y eso significa trabajar de abajo a arriba, y no al contrario.

Por otro lado, el lenguaje mercantilista de la cultura que utiliza el nuevo gobierno no tiene una relación directa con la crisis económica sino con una manera de entender el país y la política. Con su "ahora toca la economía", aparcan todo lo que en realidad ni les interesa ahora ni les ha interesado nunca. Suprimir el Departament de Medi Ambient no es sólo una medida de austeridad, es la constatación de un cierto negacionismo del cambio climático. Como si el planeta se pudiera esperar que saliéramos de la crisis para que no contaminemos todavía más el aire que respiramos, el agua que bebemos y la tierra que nos alimenta. Y esto vale para cerrar las perreras municipales, permitir vertederos tóxicos o desproteger zonas de parques naturales. Y evidentemente vale para recortar en cultura, que ya ahora no alcanza ni el 2% dentro del presupuesto general de la Generalitat. Es una obviedad, pero conviene recordar que no ha sido precisamente la cultura la que ha provocado la crisis financiera y económica. Hablemos de economía e inversiones: cuanto más vamos al extremo de la cadena que está al otro lado de los núcleos de decisión, de la cultura oficial, la fragilidad se hace más y más grande pero a la vez el valor estratégico también es mayor . Un ejemplo simple: si hoy el Sónar intentara comenzar a existir sería imposible. La pequeña inversión para arrancar proyectos supone un riesgo minúsculo respecto a la enorme rentabilidad que el país puede sacar con el tiempo.

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