Activismo y contracultura

Cultura Hipster

....y entonces llegaron los hipsters con sus food trucks y todo se fue a hacer puñetas.

Hace unos días vi por la calle la promoción de una por película en un cartel. Como primera referencia de los críticos, decía: "La película más hipster del año". El hecho de que el film gire alrededor de Isadora Duncan y Loie Fuller no parece importante.
Lo que se muestra como relevante es su condición de hipster. No podemos sino preguntarnos qué es exactamente una por película hipster.
Si vamos a la Wikipedia dice que: "Hipster es un término que popularmente se ha utilizado para hacer referencia a una subcultura internacional contemporánea que está formada principalmente por miembros de la generación Y que viven en zonas urbanas. Esta subcultura se ha definido como "un crisol cambiando de estilos, gustos y manera de actuar». Además, el término se asocia generalmente a individuos que se identifican con la música alternativa e indie, con una sensibilidad por la moda poco convencional (como el estilo vintage y las tiendas de segunda mano), con una ideología progresista, independiente y de izquierdas, con la comida ecológica y casero y, en definitiva, con un estilo de vida alternativo ". Pero en cambio en la versión castellana dice, en primer término: "La cultura hipster es una subcultura de jóvenes bohemios de clase media-alta que se establecen en general en barrios que experimentan procesos de gentrificación". Las definiciones generan más preguntas que respuestas. ¿Cómo se puede ser de izquierdas, tener un "estilo de vida alternativo" y progresista al tiempo colaborar con la gentrificación?

Como sucede a menudo, del origen en la actualidad hay un mundo, y lo que empezó siendo un término vinculado a la Beat Gerenation americana y su afición por el jazz rápido (be bop), ha acabado siendo una serie de tics formales. Tales como: barba poblada (ellos), camisas de leñador, motos trucadas, bares cuquis con muchos palets reciclados, pañuelos en la cabeza como si fueran pin-ups haciendo limpieza (ellas) y tiendas aún más cuquis con búhos de trapo y renos de madera colgados de las paredes. En diseño, las tipografías hechas a mano, los muebles de madera y la estética motera del tatuaje, los bigotes, las gafas de pasta, las bicis fixie (una bici no adecuada para la ciudad pero muy bonita), las ilustraciones naïf y en general la estética retro, lo están invadiendo todo.

Dicen los expertos que las tendencias funcionan en una pirámide donde alto hay un reducido grupo de creadores de tendencias, tras unos cazadores de lo que se lleva (cool hunters), seguidos por unos cool consumers o gente que quiere estar en el última. Entonces viene el mainstream, el grueso del mercado, y finalmente, el outlet, un mercado de restos que nadie quiere. Pues bien, es evidente que el hipster es ya mainstream. He olvidado decir que la frase del principio del artículo iba firmada por 40 Principales, tal vez la emisora ​​más mainstream de la música juvenil.

Los chicos que salen en programas de televisión de realidad irreal han pasado de ser metrosexuales y depilarse las cejas a dejarse barbas y ser "machos de verdad". Así que los hipsters, contrariamente a lo que dice la Wikipedia, ya no tienen un tipo de vida alternativo, porque ya son la norma. Dentro de un tiempo caerán en el rincón de los restos, hasta que alguien dentro de unos años lo vuelva a poner de moda, como alguien hizo hace unos años con los restos incorruptos de Jack Kerouac y sus Hips. Porque así son las tendencias, cíclicas.

Entonces, ¿por qué me preocupo por los hipsters? Pues por un hecho quizás casual pero que ha hecho saltar las alarmas en mi cabeza. El fascismo y el fenómeno hipster están viviendo procesos paralelos. La intolerancia facha no era más que un resto para nostálgicos o neonazis incultos. Entonces, alguien volvió a ponerlo en lo más alto de la pirámide y desgraciadamente está siendo mainstream en muchos lugares. Los pro-Brexit xenófobos en Inglaterra, Amanecer Dorado en Grecia, los europeístas neonazis de Ucrania, Le Pen y finalmente Donald Trump no se explican sin entender que el fascismo es ya, de nuevo, una tendencia. Los hermana el miedo y el odio al otro, al diferente. Están en contra de todo lo que pueda sonar a libertades individuales (menos la evasión de impuestos), de todo lo que sea progreso democrático.

Y resulta que ha convivido con el crecimiento del hipsterismo. Puede que tenga relación? Pues quizás un poco. El hipster, con su moto pseudoantigua (que contamina lo que no está escrito, al menos acústicamente) y su barba de hombreton en Alaska, se puede mostrar machista, intolerante, conservador e incluso nostálgico de los tiempos en que las cosas eran como Dios manda y los hombres bebían en la barra mientras una stripper burlesque y vintage se movía en el escenario.
Es sospechoso que en el momento en que las tendencias en boga eran, por un lado, la androginia y la búsqueda de una sexualidad sin géneros y por la otra los altermundistas del 15-M, surge como un rayo una moda que, a pesar de la definición de Wikipedia, es más bien conservadora. Tanto el movimiento trans (de transgénero) como los alternativos estilo Manu Chao estaban estirando la sociedad hacia posturas de progreso y de lucha por las libertades, y entonces llegaron los hipsters con sus food trucks y todo se fue a hacer puñetas.

Leo en una web de tendencias: "El hipster puede estar inconforme con la sociedad, pero no por ello busca rehuirla, ya que sabe que tarde o temprano hasta los vanguardismos más radicales acaban formando parte del mainstream. Así que su manera de contrariar las reglas es asimilar ellos primero el mainstream ... A consecuencia de la idea de asimilar el mainstream antes de que éste los asimile a ellos, la visión de los hipsters está también muy revestida de sarcasmo e ironía. La ideología hipster puede tener cimientos muy firmes, pero los hipsters no son nada radicales y nunca se toman nada demasiado en serio ... "

Llegados a este punto me pregunto si el fascismo puede ser hipster. El movimiento neonazi en Alemania ha aprovechado la afición de la juventud para la subcultura hipster para formar un nuevo movimiento fascista "más abierto socialmente", que recluta a los jóvenes acercándose a ellos a través de tendencias de moda. Pero más allá de eso, me pregunto si entre tanto café temático y tanta ropa de segunda mano a precios más elevados que la nueva no se esconde el germen de la apatía política que permite hacer florecer el fascismo sin que nadie diga nada, como ya alertaba en Martin Niemöller.

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