Suplemento Cultura (Avui, 8 de octubre de 2009)
La arquitectura ha muerto. Quien no lo quiera entender por él hará, pero lo que entendíamos hasta ahora como arquitectura, se ha acabado. Artes Santa Mónica está cerrando un ciclo que en cualquier otro lugar supondría un punto de inflexión. Quiero decir que si sumamos la cantidad de talento menospreciado en proyectos recién nacidos en Arquitecturas sin lugar (abierta hasta al12 de octubre) a las reflexiones que desde el mundo del arte se hacen sobre la arquitectura en las exposiciones After Architecture y A Green New Deal, el estudio bioclimático para convertir el edificio en un laboratorio que explore la autogeneración energética que ha llevado a cabo Enric Ruiz-Geli-bajo parámetros establecidos por el economista Jeremy Rifkin-y que permanecerá abierta hasta el 5 de noviembre, tenemos como resultado que la arquitectura tal como la entendemos, ha terminado.
Digo que es importante que sea desde el arte desde donde se reclama un cambio para que la sociedad del futuro será del conocimiento o no será. Estamos en plena crisis, pero una crisis triple. Tenemos los políticos ensimismados en la crisis económica, pero hay dos más, y puede ser más importantes. Una crisis energética (el combustibles fósiles tienen fecha de caducidad) y una crisis climática que si no hacemos algo radical y pronto cambiará la vida en la Tierra tal como la entendemos. Es decir, al mundo le quedan cuatro días mal contados. Hemos hecho tanto el bestia con el planeta que la cosa pinta mal, muy mal.
Si quien dice esto fuera un gurú new age podríamos dudar de la urgencia, pero si quien lo dice se Jeremy Rifkin, asesor de instituciones internacionales, gobiernos y jefes de Estado, la cosa parece seria. Ante este discurso es necesario, según Rifkin, una tercera revolución industrial: "La primera revolución fue la del vapor y el telégrafo. Siempre hay una fuente de energía que produce un cambio y un medio de transmisión de información para comunicar este cambio. La segunda revolución fue la del petróleo y el teléfono. Y ahora hay una en marcha que será la de internet, las energías renovables il'hidrogen ".
La idea de que internet sea un modelo de distribución energético como lo hacemos con la información nace del hecho de que "cada edificio de cada ciudad debe convertirse en una central eléctrica con generadores de energías renovables". Rifkin propone que cada bloque de pisos genere su energía y que pueda compartir la sobrante con otros espacios. Parece una utopía, pero si tenemos en cuenta que los edificios producen la tercera parte del CO2, tal vez la utopía será de obligado cumplimiento.
La arquitectura ha muerto, en un escenario de energías crepusculares (las de los combustibles fósiles), nace con presas y con todas las dudas que quiera, pero creo que de manera inexorable, la bioarquitectura. Puede que no sea la arquitectura hightech con sofisticados sistemas domóticos, quizá sea un retorno a los sistemas vernáculas de controlar el comportamiento bioclimático, o quizás sí que tendrá sistemas inteligentes. Sea como sea, quien proponga a partir de ahora un edificio de vidrio que es cautivo de los sistemas de climatización mecánicos, está viviendo en el pasado.
El 2020 está el propósito europeo de reducir un 20% de la emisión de gases invernadero, mejorar un 20% la eficiencia energética y producir un 20% de la energía de fuentes renovables. Tenemos las tecnologías para hacerlo posible. ¿Por qué no lo hacemos? "Hay un cambio de conciencia, ya no podemos hablar de geopolítica, sino de biopolítica. El daño que FEMA cualquier lugar del planeta nos lo hacemos a nosotros mismos. Nos veremos obligados a trabajar con la empatía. Tú y yo somos hermanos de biosfera. Tu destino es mi destino ", dice Rifkin. "La construcción es la principal causa del cambio climático. ¿Hay algún arquitecto que todavía no tiene claro que tenemos una responsabilidad? -Se pregunta Rifkin, pero él mismo responde-En un escenario de energía no centralizada, sino distributiva, donde cada edificio sea receptor y emisor de energía, la construcción puede ser una solución y no un problema ".
La empatía es el tema del próximo libro de Rifkin, autor de La economía del hidrógeno, y me pregunto cómo seremos capaces de hacer realidad sus teorías, y si lo haremos a tiempo. Viendo los intentos del Arts Santa Mónica, diría que nos queda mucho por hacer, primero en el mismo edificio (más allá de los simulacros vistosos del equipo Cloud-9), después para convencer a otros centros públicos de seguir su camino. Ahora bien, lo que no hay duda es que tenemos que bajar los humos de la arquitectura y no sólo los de las chimeneas.
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